Las Estaciones Provinciales nos ofrece la radiografía callejera, vital, física y metafórica de una ciudad de provincias en los nublados años cincuenta de ya difícil memoria. Ciudad desharrapada e inerme, batida por el oprobio y la penuria de aquel tiempo desolado, y cuyos ancestrales esplendores quedaron cobijados en un sueño polvoriento. Y a tal ciudad, tales personajes. Desde quienes soportan, ciegos o inermes, tanta sordidez, hasta los que sacan de ella buen provecho. Y entre todos ellos, uno: ese inolvidable Marco Parra, antihéroe enamorado, dispuesto a desvelar el fraude y la corrupción y envuelto al fin, a su pesar pero resignado, en la triste certeza de una ciudad que acabará por imponer su presencia implacable. Cuadro de época, historia de amor, crónica de una indagación, he aquí una novela que encierra, magistralmente, un fragmento de vida de valor universal en el marco estrecho, pero literariamente infinito, de un pequeño mundo provinciano.