El conde polaco Jean Potocki, justamente celebrado por El manuscrito encontrado en Zaragoza, esa especie de serpentín fantástico que hace del tiempo y del espacio una verdadera fiesta para el lector, fue también un esforzado viajero por toda Europa, China y el norte de Africa. Fruto de uno de ellos es este Viaje al Imperio de Marruecos, de 1791, donde acusa el interés etnográfico de su autor y trasciende lo puramente paisajístico y anecdótico, para constituirse en documento insólito, pero ajustado, de la realidad del mundo árabe, servido todo ello con la sobria elegancia de una prosa de la que el siglo XVIII sigue poseyendo el secreto.