Aunque se presente como una fuerza antigua, oculta y aletargada, el nacionalismo no es sino la consecuencia de una nueva forma de organización social, derivada de la industrialización y de una compleja división del trabajo; si bien aprovecha la riqueza cultural heredada históricamente, las condiciones de su despliegue son las sociedades caracterizadas por la búsqueda de la riqueza y el crecimiento económico, la innovación tecnológica, la movilidad ocupacional, la alfabetización generalizada y un sistema educativo global protegido por un estado.