Al igual que la historiografía, de la que constituye una rama, la cronología pertenece a la historia. Nuestro siglo, en sus comienzos, la ha reverenciado exageradamente; hacia su mitad, con la Nueva Historia, la ha despreciado injustamente, al final, hoy en día, la ha rehabilitado legítimamente.
En contra de lo que algunos pretenden, la cronología no es un saber burdo para espíritus embrutecidos. Es cierto que todo lo que precede no es causa de lo que sigue. Sin embargo, hay acontecimientos sucesivos y sincrónicos que invitan a la reflexión. Es la razón por la cual la composición de esta obra sigue siendo tradicional y su orden, estrictamente cronológico.