Cuando Mary Shelley, junto a su esposo, Byron y el doctor John W. Polidori, se reunieron en la Villa Diodati dando lugar a unas célebres veladas, estaba muy lejos de suponer que de allí nacería una de las criaturas de la imaginación humana más imperecederas. En aquel tour de force literario, en aquel juego imaginativo en el que participaron los cuatro personajes, Mary Shelley concibió su mítico Frankenstein.
En 1819 Mary Shelley finalizó "Mathilda", obra que sólo vería la luz una vez desaparecida su autora. "Mathilda" es el producto más acabado de su espíritu romántico. En ella convergen dos elementos equilibradamente amalgamados: la necesidad de exorcizar una vivencia privada, y el imperativo estético-romántico de diseñar una sensibilidad apasionada y tocada con los estigmas de la tragedia y la búsqueda de la soledad y la muerte. El ambiguo malentendido de la probable pasión incestuosa que un padre profesa por su hija, hace de esta novela, sin embargo, una obra exquisita y rara en su género.