Al doctor Graesler solo le falta una cosa para alcanzar la «perfección», al decir de alguien que le conoce bien. Este comentario casual e inocente, realizado en las primeras páginas del libro, sienta el escenario, las reglas, los plazos y pone en marcha todo el mecanismo del relato posterior, que avanza inexorablemente hacia lo que ?en cierto modo? es una forma de perfección.
Experto en cartografiar accidentes en vidas burguesas enteramente pulcras por lo demás, Schnitzler nos acerca en estas páginas a un doctor Graesler tan vivo y concreto como cualquiera de nosotros.