En 1871 se publicó una novela cuyo protagonista era un detective
privado adicto a las drogas, misántropo, prodigiosamente dotado para la
observación y la deducción lógica, experto en química y en las ciencias
forenses de la época. Era un maestro del disfraz y sus audaces hazañas eran
narradas por su amigo y confidente, un médico.Otro doctor, su maléfico rival, aterrorizaba y fascinaba por igual a nuestro héroe.
Contrariamente a las apariencias, este retrato no es el de Sherlock Holmes, ni
tampoco nos referimos al Dr. Watson o al Dr. Moriarty, las inmortales criaturas
creadas por Conan Doyle. El retrato describe al héroe de una novela
francesa titulada «Maximilien Heller», publicada en Francia en 1871, dieciséis años antes que la primera investigación del célebre detective inglés.