Entre la delicadeza y el brutalismo, el espíritu japonés se encarna en las obras de grandes arquitectos como Kenzo Tange, Tadao Ando o Toyo Ito. En lugares como los jardines de Ryoan-ji, en Kioto, se aprecia su alma esencial, su sentido del espacio y de los materiales, que nos permiten acercarnos a una otredad fascinante. Y la aportación de autores como Rem Koolhaas o Le Corbusier demuestra la capacidad de los japoneses para recibir e incorporar de un modo siempre nuevo la influencia extranjera.