En este texto delicado y melancólico, escrito en el ocaso de su vida, el Archiduque Luis Salvador describe una naturaleza transmutada: unos árboles casi humanos cobran vida y voz, gracias a la inesperada riqueza de su dimensión sonora. El Archiduque Luis Salvador de Austria (1847-1915) fue una personalidad de múltiples facetas, entre ellas, amante de la naturaleza y escritor de fina sensibilidad.