Me odiaría cada mañana recorre con mirada irónica (aunque siempre benévola) el mundo del cine norteamericano desde los inicios del sonoro hasta las postrimerías del siglo xx; en sus páginas se recrean las gloriosas, ridículas y a veces miserables andanzas de personajes como Louis B. Meyer, Dalton Trumbo, Marlene Dietrich, Katharine Hepburn, Spencer Tracy, Bertolt Brecht, John Huston, Elia Kazan, Darryl F. Zanuck, Otto Preminger, Edward Dmytryk o Kirk Douglas. Pero estas memorias son también un ácido testimonio de una época dominada por el miedo durante la cual un Estado democrático trató de cercenar las libertades civiles de sus ciudadanos.