Al igual que un Raymond Chandler, Lacruz sabía que en este tipo de novela ?donde la parodia sólo acentúa sus rasgos para alcanzar una verdad superior? a medida que avanza la acción aflora el revés de la trama y se desploman las máscaras honorables de la sociedad dejando al desnudo la corrupción y el crimen.
San Francisco, al acabar la Segunda Guerra Mundial. Whitey, el protagonista, aspira a una carrera musical de éxito pero es contratado por un poderoso editor musical que le ofrece ser? su guardaespaldas. Ahí empiezan sus problemas, un entramado de intrigas, sospechas, y asesinatos, todo ello aderezado con el finísimo humor de Mario Lacruz (que provocará la franca carcajada a veces), auténtico escalpelo que disecciona todo un orden humano, social y económico. Como bien dice Pedro Zarraluki en su prólogo: «Una novela que habla de todas las novelas policiacas». ¿Cabe mejor elogio?