La idea de viajar a Sajalín, una remota y enorme isla en aguas del Pacífico, al norte de Japón, que albergaba en la época una colonia penitenciaria, y escribir "cien o doscientas páginas" sobre ella se le ocurrió a Chéjov a principios de la década de 1890. La isla de Sajalín puede considerarse el primer reportaje sobre un presidio, realizado con criterios modernos de objetividad.