La práctica diaria sigue siendo, para los educadores y educadoras sociales, un inmenso desierto en el que, como si de un puzzle se tratara, intentan hacer encajar las ansiedades, los miedos, los interrogantes y las dudas con la dedicación, la ilusión y la esperanza de contribuir –desde instituciones públicas, entidades privadas u otro tipo de organizaciones— a que «las personas» objeto de su trabajo se decidan a iniciar y continuar procesos de adaptación, integración y participación social.
Desde esta perspectiva, los autores pretenden un acercamiento a esta realidad en sus diferentes aspectos a fin de ayudar a fundamentar el trabajo que se realiza y a profundizar en las problemáticas con las que se «convive», así como a ofrecer herramientas «practicables» que pueden ser útiles en la mejora de su profesión.