En el tórrido verano de 1948, en una asfixiante habitación de hotel, E. B. White escribió este ensayo, un vibrante homenaje a Nueva York. Sutil, divertido y nostálgico, es una mágica evocación de la ciudad y el retrato social de toda una época. De cada una de sus frases se desprende la fascinación que la urbe ejerce sobre quienes « ;cogieron sus bártulos y acudieron a la ciudad en busca de asilo, del cumplimiento de sus deseos o de cualquier otro Grial de mayor o menor importancia». En Esto es Nueva York palpitan todos los ambientes que contribuyeron a crear el mito: el tren elevado de la Tercera Avenida, el hervidero humano de sus calles, los grandes periódicos, el Queen Mary y su sirena. Y al llegar al final no se puede dejar de sentir un escalofrío ante la vulnerabilidad de este coloso urbano que White pone al descubierto con intuición certera.