Este exhaustivo estudio de la experiencia china en la Guerra Fría revela el determinante papel que desempeñó Pekín en la configuración del sesgo adoptado en la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
El éxito de la revolución comunista china de 1949 dispuso el escenario. Los problemas de la guerra de Corea, las crisis del estrecho de Taiwan y la guerra de Vietnam —todos los cuales involucraron a China como actor primordial— constituyeron los únicos conflictos «calientes» del período de la Guerra Fría, ya que convirtieron el este de Asia en el principal campo de batalla, creando al mismo tiempo las condiciones que impidieron que las dos superpotencias entablasen una confrontación militar directa. La ruptura de Pekín con Moscú y su acercamiento a Washington transformaron de modo fundamental el equilibrio de poder internacional y, finalmente, desembocaron en el fin de la Guerra Fría al producirse el derrumbamiento del imperio soviético y el declive del comunismo internacional.
Basado en fuentes que incluyen algunos documentos chinos recientemente desclasificados, este libro ofrece ideas pioneras sobre el transcurso y el resultado de la Guerra Fría.