Las montañas son el reino del silencio y, en muchos casos, del vacío antrópico. Son los últimos santuarios de la naturaleza en su estado más puro, de las culturas tradicionales y de las creencias humanas. Muchas de ellas han sido consideradas como «sagradas», y por ello merecieron el respeto de sus habitantes.
Mundos polares, océanos de hielo y nieve, desiertos de rocas desnudas que, pese a su rudeza, son capaces de robar el corazón de los hombres. Alpinistas, viajeros y exploradores de todos los tiempos se han sentido atraídos por su belleza. Una atracción que les ha llevado a emprender la conquista de las cumbres más altas, a desafiar la naturaleza más salvaje, hostil y hermosa de nuestro planeta.