La historia de una mujer en apariencia frágil, pero que lleva desde siempre las riendas de su adinerada familia en unos tiempos difíciles.
Ya en la primera página de esta espléndida novela vamos a conocer a Susie Parkington, que a sus ochenta y cuatro años se viste para la cena de Navidad en una mansión de Manhattan. Corren los años posteriores a la gran crisis de 1929, pero su patrimonio ha resistido los peores embates gracias a la astucia de Gus Parkington, que murió hace años.
Cuando por fin la señora entra en el salón para tomar el aperitivo con hijos y nietos, el espectáculo es patético: quien no se desmoronado y aniquilado bajo el peso del aburrimiento, se ha casado de la peor manera; quien no ha robado, traficando con acciones de poco valor e hinchando el mercado con promesas falsas, se ha dejado estafar persiguiendo quimeras, y todos aguardan con cierta impaciencia que la mujer descanse en paz y la herencia se reparta, pero tendrán que esperar: Susie sigue firme, al mando, procurando que el futuro sea un lugar donde el trabajo honesto tenga un sentido.
Esa mujer fuerte e inteligente, que gobierna las intrigas de Wall Street y camina por las calles de Nueva York de principios del siglo XX, podría ser la protagonista de una novela de Edith Wharton, pero bien mirado es una mujer de hoy: su mundo es el nuestro, la corrupción casi la misma, y lo que de verdad ha variado es el largo de nuestras faldas.