Se suele decir que la iluminación significa «cruzar a la otra orilla», ese lugar lejano en el que finalmente nos liberamos del sufrimiento. Del mismo modo, se dice que las enseñanzas budistas constituyen la balsa que nos ha de llevar hasta allí.
En esta brillante obra, la maestra zen Daehaeng nos enseña que no debemos buscar ninguna balsa, porque no hay ningún río que cruzar en el camino que nos conduce a la esencia de la verdad. En su lugar, extiende la mano al lector occidental, y le guía hacia la infalible sabiduría que le es accesible, hacia la iluminación que siempre está presente.
Daehaeng Sunim ha desarrollado un vivificante enfoque de la naturaleza búdica; Ningún río que cruzar es una obra personal, con un estilo muy sencillo y, sin embargo, notablemente profundo, que nos hace percibir una y otra vez nuestra esencia, nuestra «verdadera naturaleza».