El contraste entre la voluntad de eternidad y la condena a permanecer
instalado en un tiempo fugaz, así como la lucha, eterna y dolorosa,
entre el deseo y los límites que a éste impone la realidad, confieren a
la obra de LUIS CERNUDA (1902-1963) un marcado sentimiento elegíaco. La
sensibilidad exacerbada del poeta y el desacuerdo entre su yo y el mundo
lo llevarán al aislamiento y a una amarga soledad, pero también a
reafirmar, con actitud rebelde y desafiante, su independencia y su
individualidad. Esta ANTOLOGÍA POÉTICA, preparada por Philip Silver,
constituye un compendio de sus permanentes inquietudes: la imposibilidad
de seguir los dictados de la imaginación, la añoranza de un mundo
habitable, la aceptación del fracaso al que está abocado todo amor, la
angustia ante el paso del tiempo y, como consecuencia de todo ello, el
anhelo de inmovilizar y eternizar lo transitorio y de atrapar la belleza
absoluta.