Hace novecientos años no se comportaban los hombres de manera muy distinta de la de hoy: santos y pecadores se confundían en un mismo paisaje, profetas iluminados y traficantes pícaros vestían parecido sayal, prostitutas y héroes bebían el mismo vino. El Camino de Santiago era en sus inicios como un yunque sobre el que Dios y el tiempo golpeaban con furia a quienes lo transitaban. Pero quizá nunca hubo en la historia un escenario tan fastuoso y mágico para representar la exaltación de la vida y el miedo a la muerte, la felicidad de la existencia y las risas del engaño.
«Jesús Torbado ha escrito una bellísima antología de descomedimientos, una novela de la picaresca del Camino de Santiago..., que reconstruye imaginativamente el hormiguero de pícaros y mendigos al olor de la santa sardina compostelana» (B. M. Hernando, Tribuna).
«Toda la obra está llena de gracias y anatemas, impudores y descaros; esta historia está escrita como a la Historia, harta de erudiciones, le gustaría ser contada... Un gran léxico, un garbo por el que el autor merece ser andaluz» (Antonio Gala, ABC).
«El relato está aderezado con toda suerte de sucesos esotéricos y mágicos unidos a crueldad, sexo, miseria y hambre, que se amalgaman con alguna acertada irreverencia hacia la institución católica, hacia el poder» (El País).
«Uno de los más amenos e interesantes relatos que he leído desde hace tiempo dentro del género histórico» (S. Sanz Villanueva, Diario 16).