El interés de los escritores por el cine se inició prácticamente con los principios de la cinematografía, en la década de 1890. Los primeros escritos de este libro constituyen una crónica de la deleitación de los escritores al asistir al nacimiento de una nueva musa, regocijándose ante su magia y su fuerza. Pero en los escritos finales escuchamos, con fuerza creciente, voces de desilusión, desilusión por el medio, por los gustos del público, por los criterios de la industria, etc.
Escritores como Tolstoi, Brecht o Huxley hablando de los orígenes del cine, otros como Faulkner, Dreiser, Fitzgerald o Farrell de sus experiencias en Hollywood (en una época en que el cine americano atrajo las mejores plumas) nos brindan sus testimonios. Unos de admiración, otros de rechazo, que hacen de este libro un fascinante recorrido por las diversas actitudes de los hombres de letras para con el cine e ilustran la trayectoria de una colaboración que ha producido enriquecedoras experiencias para ambas partes.