Si Gudbergur Bergsson nos sorprendió con El cisne (Andanzas 307), una pequeña obra maestra que despertó el entusiasmo de la crítica, y su siguiente novela, Amor duro (Andanzas 394), confirmó que era un autor capaz de abordar sin medias tintas una original historia de amor desesperado, ahora nos cautiva con La magia de la niñez, un texto personal e inclasificable, autobiografía novelada o novela autobiográfica, como se prefiera, que refleja con una mirada adulta y lúcida el espíritu de la infancia.
De la misma manera que algunos escritores «van a la guerra para poder escribir sobre ella», así regresa el autor a la casa de su niñez en Grindavík, un pequeño pueblo pesquero islandés. Y el retorno a los escenarios del pasado se convierte en un fascinante viaje al mundo mítico y mágico de una infancia peculiar, en la que imperan las misteriosas figuras del padre (un ser distante que construyó con sus manos un hogar que nunca sintió como suyo) y de la madre (a quien, a su vez, le privaron de infancia). De este modo, el lector se sumerge de lleno en la vida de una remota comunidad a finales de los años treinta, marcada por las penurias cotidianas y las decisiones a veces trágicas. Allí, sólo la reacción serena de los adultos aporta seguridad frente a un clima despiadado y un mar amenazador, y la rutina se rompe con las fiestas navideñas o la insólita presencia de soldados británicos durante la segunda guerra mundial. Cuando el lector cierre este libro, Islandia y sus gentes ya nunca serán lo mismo.