«Su propuesta era obscena, degradante, vil. Esas que una persona íntegra solo puede rehusar. Afortunadamente no soy un soberbio.»
¿Qué fue primero: el dólar o el deseo? Según las fábulas tradicionales, la ambición desmedida tiene un alto precio; de acuerdo a la experiencia tiene también un alto rendimiento. Sin asomo de culpa, escrúpulo o vergüenza, los personajes de El materialismo histérico se rinden al poder lujuriante de la avidez, a menudo «masticando una rabia hambreada de revancha».
Forajidos crediticios, mercachifles robotizados, chantajistas creativos, chicas cuyo atractivo está en el precio, playboys cuya demanda está en la oferta, pacifistas enardecidos, dictadores beatleanos, árboles bolcheviques y guajolotes fundamentalistas: tal es la fauna regular de este libro cuyos capítulos -fábulas retorcidas, parábolas con cuernos- desarman sistemáticamente nuestra incredulidad, a través de un lenguaje en esteroides plagado de un sentido del sarcasmo que al propio tiempo duele y gratifica: humor negro en su tinta, por el autor de Diablo Guardián, Premio Alfaguara de Novela.