Un viaje cuenta la historia de personas prohibidas. Ciudadanos sencillos, con sus temores y esperanzas, como la familia Lustig. En medio de la vida diaria experimentan el mandamiento final, 'no habitarás', y a esta sencilla frase se van añadiendo disposiciones cada vez más monstruosas. Los afectados lo ven ellos mismos: 'Estamos todos prohibidos'. En un viaje sin caminos, en un mundo absurdo en el que 'fallan todas las experiencias', donde cesan todas las palabras porque a la postre 'ni siquiera los nombres coinciden', la voz narradora elige la imagen del viaje, el viaje como destino o 'el propio recuerdo que se va de viaje y que ya estuvo siempre en camino.