¿Por qué, en la noche de los tiempos, los hombres abandonaron la caza y la recolección y se hicieron sedentarios? ¿Cómo descubrieron el trigo?
El profesor Reichholf, biólogo de fama internacional, estudia en este libro el que es, quizás, el mayor enigma de la historia de la humanidad: el descubrimiento de la agricultura. ¿Cómo pudo suceder? Porque, en principio, la fertilidad de la tierra no prometía demasiado, era preciso roturarla y cultivarla, con el esfuerzo que eso suponía para una comunidad de cazadores-recolectores; además, las semillas no podían ser consumidas por mucha hambre que se tuviera, y el producto final dependía de los azares del clima.
Y sin embargo, los hombres desarrollaron independientemente la agricultura en tres regiones del globo distintas y alejadas: el "creciente fértil" en el Oriente próximo, China y Mesoamérica.
El profesor Reichholf, que ha dedicado gran parte de su obra a los milenios anteriores al inicio de la historia, nos revela en este libro los cimientos de una actividad fundamental para la humanidad, que fue posible por las técnicas culturales que ésta supo desarrollar. Y lo hace con la expresividad propia de quien "ha sabido hallar un lenguaje tan fresco como incisivo para aproximarse a todas las formas de la vida", en palabras del jurado que le otorgó el premio Sigmund Freud de literatura científica.