«Cuando volví de Auschwitz, en 1945, sentía con tal intensidad lo que acababa de vivir que me resultaba imposible guardarlo sólo para mí.» Así comienza Sin flores ni coronas. «No me arrepiento de haber escrito estas notas al volver del campo de concentración, pues, a la larga, los recuerdos se deforman, se edulcoran o se dramatizan, y se alejan siempre de la verdad. » Odette Elina, judía, miembro de la Resistencia desde 1940, arrestada por la Gestapo y enviada a Auschwitz, nos ofrece en estas páginas estremecedoras (lirismo y barbarie) una pieza literaria de primer orden, escrita con una prosa emocionante que no se sirve de efectismos; nos ofrece su testimonio como superviviente de los hornos crematorios y su verdad, comprometida con las víctimas pero nada victimista; una verdad que resulta aún más demoledora porque cuenta también cómo la crueldad no es sólo patrimonio de los verdugos... Aunque por encima de todo ello, es éste un libro sobre el poder consolador del amor y de la cultura.
«Cuando hayan cesado hasta los ecos, pues habrán muerto todos los testigos, cuando el olvido se apodere, como suele, de la verdad, será necesario volver a documentos como éste.» Albert Camus