Esta nueva entrega, en la que se investiga un nuevo caso de crimen mafioso, es, según el autor, la segunda novela de la serie que ha sido inspirada por un recorte de periódico.
Una novela en la que veremos a un Montalbano cada vez más angustiado por la vejez y el paso del tiempo.
El insomnio ha vuelto a sacar al comisario Montalbano de la cama. Al amanecer, con una taza de café en la mano, sale a la terraza para contemplar el mar y asiste a un solitario y lúgubre espectáculo. En la arena, una gaviota enferma, o quizá herida, parece ejecutar los pasos de una extraña coreografía antes de caer fulminada, como si la vida se resistiera a abandonar su cuerpo para siempre. La visión, que tiene la misma naturaleza fúnebre e insidiosa que en casos anteriores, enturbia la mente del comisario como una niebla espesa.
Livia está en Vigàta y Montalbano y ella tienen previsto disfrutar juntos de unas vacaciones. Pero nada saldrá como planeaban, pues Fazio, la inestimable mano derecha de Montalbano, ha desaparecido. No ha vuelto a casa y su teléfono está desconectado. Se lo vio por última vez junto a una zona llena de pozos en desuso, y Montalbano y sus compañeros se temen lo peor. La imagen de su querido Fazio herido, o quizá muerto, en el fondo de un oscuro pozo los aterroriza y no repararán en esfuerzos para encontrarlo.
En otro sutil toque de humor de su genial creador, los acontecimientos de La danza de la gaviota transcurren cerca del lugar donde se está rodando un episodio de la famosa teleserie sobre Montalbano. Por supuesto, el comisario evita a toda costa cruzarse con el actor que lo interpreta, que es mucho más joven y atractivo, aunque difícilmente tan irresistible para las mujeres...
Reseña:
«Escrita con la habitual maestría [...] esta nueva novela se lee con un placer amargo, pues el malestar de Montalbano no deja de ser la proyección de un fenómeno social generalizado.»
Il Mattino