Fernando de Pulgar desempeñó importantes cargos de traductor y embajador, escribano, secretario o cronista a lo largo de tres reinados sucesivos -Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos-, cargos y misiones más de carácter administrativo y como letrado que de funciones de tipo político o militar. En sus «Claros varones de Castilla» le mueve, ante todo, un profundo sentido patrio. Pulgar vive la nueva edad que representa la monarquía de los Reyes Católicos, es su cronista e historiador oficial y siente la obligación de dar testimonio y exaltar las glorias de los personajes ilustres que han impulsado esa nueva edad. Su planteamiento responde sin duda también a móviles políticos y propagandísticos encaminados a contentar a la nobleza de Castilla, que empieza a percibir su debilitamiento ante la nueva monarquía. Pulgar escribe tanto de prelados como de caballeros de estos reinos, que conoció en vida y cuyas hazañas les hacen merecedores de una gran historia.