La historia del viaje oceánico renacentista está plagada de episodios de gran intensidad, pero pocos, como esta Carta del descubrimiento de Brasil, dirigida al rey Manuel I, son capaces de recoger, sin artificio ni metáfora, sin juicio cultural ni rígidos conceptos raciales, el momento privilegiado en que las naves europeas tomaron por primera vez contacto con las culturas de las costas meridionales de América. La Carta, por la que en el año 1500 el escribano Caminha informa al rey sobre las recién descubiertas tierras de la Vera Cruz, es un precoz, impresionista y riguroso tratado antropológico que muestra una realidad totalmente desconocida para el pensamiento occidental. La obra es pura mirada sobre un espacio de primigenia inocencia habitado por seres en estado natural, a los que hay que hablarles suavemente para que no se asusten.