A pesar de la difusión que tuvieron algunas ideas de Max Weber y del prestigio universal de su nombre, existen razones de peso para creer que la totalidad de su pensamiento, la íntima unidad de su obra, eran, hasta la aparición de este volumen de Reinhard Bendix, relativamente desconocidas.
En parte, esta falta de visión global de Weber obedece a la tardía traducción de sus escritos a otros idiomas, pero a la dificultad de conseguir muchos de ellos se sumó siempre la dificultad de los escritos mismos. A Weber lo tuvo sin cuidado la forma en que quedó expuesta su opulenta provisión de ideas. Parecía tolerar muy mal la limitación del pensamiento discursivo, que no permite la expresión simultánea de varios razonamientos; como consecuencia de ello, en su discurso de superponen múltiples argumentaciones sin la necesaria distinción de jerarquías y matices, en una agobiante acumulación. Uno de los grandes méritos de este volumen reside en que tamiza y depura ese material, eliminando digresiones y minucias, aunque lo más distintivo, sin embargo, es que presenta fundamentalmente a Weber como sociólogo, basándose para ello en sus trabajos empíricos.