Miranda Greene planeaba morir en mayo de 1998 en el correccional de Milford Basin, New York. Le quedaban 52 años de cárcel por asesinato en segundo grado y sin libertad bajo fianza por un estúpido accidente que ni tan siquiera provocó. Pero le tocó un juez duro y era la hija de un excongresista. Tenía planeado ir a la consulta del psiquiatra y guardar pastillas durante semanas hasta tener la cantidad necesaria.
Frank Lundquist es psiquiatra y ahora trabaja en la cárcel. Antes tenía una consulta privada en Manhattan que le iba muy bien y se había casado con la mujer que amaba, había aceptado que ella no quería tener hijos y todo cuanto ella deseara porque la amaba. Después lo había perdido todo por un accidente terrible del que realmente no fue el causante, aunque se sentía culpable. Cuando Frank ve por primera vez a Miranda, la reconoce enseguida. Ella, en cambio no. Miranda iba a su instituto y él se había pasado años completamente enamorado de ella. Dentro de las paredes de la prisión, Miranda está desesperada, atormentada por los recuerdos de una tragedia de su infancia, enfrentada con un legado familiar de moral y decisiones políticas dudosas, e intentando aún liberarse del desastroso amor que la llevó a su caída. Y también está obcecadamente dispuesta a mantener cierto control sobre su destino. Frank empezará a convertirse en una poderosa esperanza de absolución y puede que de escape...