Desde 1983, la revista Granta elabora cada diez años una prestigiosa lista de jóvenes autores británicos que despierta todo tipo de rumores en los meses previos a su publicación. En la lista de 2003, sin embargo, había un escritor de cuya presencia nadie dudaba: Toby Litt. En efecto, su obra gozaba ya de una sólida reputación, pues se la considera una de las más renovadoras, y ha sido traducida en Francia, Holanda, Israel, Italia y Japón. Tras la buena acogida de Muerte en directo (Andanzas 490), y siguiendo la trayectoria literaria de este autor, Tusquets Editores se complace en presentar Canciones de los niños muertos, una magnífica y perturbadora novela sobre el lado oscuro de la infancia... y también de la madurez.
Un verano, a finales de los años setenta, en un lugar perdido de la campiña inglesa, cuatro chavales, Matthew, Paul, Andrew y Peter, fundan lo que ellos denominan «Pandilla» y, como un juego más, se preparan para luchar contra los rusos. Sin embargo, la trágica muerte de Matthew a causa de una meningitis desencadena, en efecto, la guerra, pero ésta no será la que planeaban librar en las calles y en los campos, sino que ahora tendrá lugar en las propias casas de los miembros de «Pandilla», en sus cocinas y sus dormitorios. Tras identificar a los abuelos de Matthew, que estaban a cargo de éste, como el enemigo, la jerarquía del grupo se rompe, y la lucha por el liderazgo libera toda la capacidad de violencia y crueldad de los chicos. Litt compone de esta guisa un fascinante y estremecedor retrato de la primera adolescencia —de los códigos compartidos, las ideas reprimidas y la brutalidad oculta— cuyo terrible desenlace no dejará a nadie indiferente.