La ciudad más famosa del mundo, la más diversa étnicamente y la más mitificada probablemente sea Nueva York. Es una ciudad que atrae no sólo a los turistas seducidos por los neones de Times Square, el edificio Chrysler, o realizando un peregrinaje al solar de las Torres gemelas, sino también a quienes ansían una vida mejor. Los americanos emigran de otros estados aprovechando las oportunidades profesionales que sólo Nueva York puede ofrecerles o para vivir sin convencionalismos.
Para aquellos que llegan de aún más lejos, Nueva York puede significar la posibilidad de mejorar su situación para sí mismos y sus familias. Desde sus inicios, las oleadas de inmigrantes han convertido a Nueva York en una ciudad étnicamente diversa. Recientemente, portorriqueños, chinos, indios y otros muchos han seguido los pasos de los cientos de miles de europeos que llegaron a finales del siglo pasado, enriqueciendo así el patrimonio étnico de la ciudad.
Nueva York no sólo transforma la vida de los que viven en ella; también se transforma a sí misma. Los decenios de 1980 y 1990 vivieron un boom en la construcción de oficinas a la vez que, con planes urbanísticos concretos, se logró regenerar barrios como Soho, TriBeCa, Chelsea y Times Square. Por ahora el distrito financiero se recupera con firmeza de los daños del 11 de septiembre.