Herederos de la cool wave de finales de los setenta, Depeche Mode revolucionaron las pistas de baile con unas melodías pegadizas cada vez más amargas y apasionadas en las que se adivina un trasfondo de angustia, sexo y desolación. Desde sus primeros discos, dejaron bien claro que no eran un grupo de pop electrónico al uso: retomaron la herencia del rock clásico americano de los cincuenta y la sintetizaron con la frialdad y el desapasionamiento de Kraftwerk para lograr, en una amalgama de cuero y silicio, un estilo de música que ha acabado por convertirse en una estética sin la que no puede comprenderse buena parte de la cultura popular de los ochenta y los noventa.