¿Qué puede hacer una institutriz, sola en un aislado caserón, para proteger a sus dos pupilos del lento acoso de los fantasmas? Nos hallamos ante uno de los mejores argumentos de la literatura moderna. Se ha dicho que encierra un aviso de la presencia del Mal más allá de toda imaginación, una refinadísima historia sobre los inconvenientes de la bondad, una metáfora de la escritura. Tal vez las interpretaciones sean infinitas. La presente traducción, obra del argentino José Bianco, un escritor no por secreto menos necesario, tiene categoría de clásica. «Recuerdo ahora», escribió Jorge Luis Borges, «su admirable versión del más famoso de los cuentos de Henry James. El título es, literalmente, La vuelta de tuerca. Bianco, fiel a la complejidad de su artífice, nos da Otra vuelta de tuerca».