Cuando en 1903 el soneto 'The New Colossus' de Emma Lazarus se colocó a los pies de la Estatua de la Libertad, ella ya había fallecido. Sin embargo, aquellos versos nos recuerdan cómo era esta escritora sefardí nacida en Nueva York: una mujer independiente en sus opiniones, comprometida con la defensa de los derechos humanos, de mentalidad abierta, de convicciones progresistas y posicionamientos feministas.
Se codeó con algunos de los escritores más importantes de su tiempo, como Ralph Waldo Emerson y Henry James, pero nunca permitió que nadie le indicara cómo debían ser sus poemas o qué posiciones tenía que tomar en sus artículos, que podían leerse en las publicaciones de mayor tirada de los Estados Unidos, como 'The Century'. Defendió su judaísmo como una parte fundamental de su identidad, encarando con vehemencia el antisemitismo que llegaba de Rusia a finales del siglo XIX. Y fue consciente de que sus raíces familiares provenían de España y Portugal, a pesar de que sus textos nunca llegaron a traducirse al español. Hasta ahora.