Una noche de calor sofocante, los vecinos de un edificio estaban
desesperados porque no podían dormir. De pronto, ¡la luna comenzó
a derretirse! La portera, una abuelita muy ingeniosa, recogió las gotitas
y fabricó helados para todos. Los helados estaban fresquitos y ricos, así
que todos pudieron dormir a pesar de tener los ventiladores y el aire
acondicionado apagados. Cuando todo estaba en calma, dos conejos
que vivían en la luna tocaron a la puerta. Se habían quedado sin hogar.
Pero la abuelita encontró la solución también para ellos...
Una historia en la que una comunidad de vecinos vive una ola de calor
y una ola de amor. El cuidado de unos que ayudan a otros y el cuidado
de la tierra y la luna.
Un álbum muy recomendable para todos esos pequeños
imaginativos, adoradores de la luna ¡y de los helados! Y, por supuesto,
para los enamorados de esas abuelitas que con empatía
y amor inventan momentos mágicos.