Cuando el 23 de mayo de 1810 el cirujano Theo Copeland examina el cuerpo del difunto Chevalier D'Eon asisten a la autopsia y certifican el resultado, Sir Sidney Smith; el honorable W. Littleton; Mr. Douglas; El conde de Yarmouth; Mr. Stoskins, letrado; Mr. J.M. Richardson; Mr. King, cirujano; Mr. Joseph Bramble; y Mr. Jacob Delannoy. Todo un cónclave de notables y menos notables para dejar bien establecido, para siempre, si Mlle. Lia de Beaumont se disfrazaba de Chevalier D'Eon o si, por el contrario, era el Chevalier quien se transformaba en Lia de Beaumont. Sobre ese enigma, el de la de la masculinidad o feminidad de D'Eon, sus contemporáneos cruzaban apuestas de decenas de miles de libras. Y esa cuestión, la de su sexualidad, tiende a oscurecer las otras múltiples facetas de D'Eon: sobresaliente espía al servicio de Luis XVI; bibliófilo; excelso esgrimista; siempre reclamado en los salones; contertulio de Voltaire, Casanova o Beaumarchais? La erudita biografía llevada a cabo por Edna Nixon, especialista en evocar a grandes figuras del siglo XVIII, pone en claro aspectos fundamentales de la vida de D'Eo