Ramón del Valle-Inclán fue un escritor poco corriente. Su peculiar aspecto, su marcada personalidad y la gran cantidad de opiniones y anécdotas que se le atribuyen, a menudo polémicas y contradictorias, lo convirtieron en un personaje legendario. Autor de una extensa obra, el título que ofrecemos en la presente edición, La cabeza del dragón (1910), es una obra teatral que escribió para ser representada en el Teatro de los Niños. Dentro de la trayectoria valleinclanesca, esta pieza se sitúa en una época de transición entre el modernismo inicial y el esperpento que dominará su obra a partir de 1920 y cuya obra cumbre es Luces de Bohemia.