Basada en unos hechos reales que ocurrieron pero que, a la vez, nunca llegaron a suceder.
Es uno de los veranos más calurosos que se recuerdan en la huerta murciana. Una abuela y su nieto de once años atraviesan los campos infinitos de limoneros y paleras comidas por la cochinilla. Es allí donde ella quiere mostrarle algo que nadie más ha visto: en una vieja caseta de labriegos, la Pascuala tiene secuestrado a su propio hijo.
Cuando su padre desaparece, Rubén se muda a vivir con su abuela, a la que apenas conoce. Hasta entonces se ha criado con su madre, con su familia gitana; y es que Rubén tiene dos mitades, dos sangres.
Es en esos días interminables de calor, en Alhama de Murcia, un pueblo quemado por el sol y rodeado de inmigrantes que recogen las cosechas, donde el nieto descubre todo lo que nunca supo sobre su padre mientras deja atrás los últimos días que le quedan de niñez.
Solo entonces Rubén comprenderá hasta dónde está dispuesta a llegar una madre, una abuela, para cuidar de su familia.