El embaucador es una de las comedias más
hilarantes de Plauto. Uno de sus protagonistas,
Calidoro, hace lo indecible para recuperar
el amor, fundamentalmente carnal, de su añorada
Fenicia.
En la obra tiene una relevancia especial la
arquetípica figura del chulo, representada en
este caso por Balión. No hay lugar aquí para el
amor romántico, ni para los grandes discursos
sentimentales: el placer carnal es mercancía
con la que se comercia desprejuiciadamente,
y cuando falta el dinero no hay reparos morales
que hacer si se acude al engaño o se hacen
todas las trampas imaginables.
De este modo, Plauto dibuja una semblanza
del ser humano muy realista, tanto que invita
a sospechar del optimismo antropológico de
los filósofos.
Una comedia en la que el deseo masculino
por obtener sexo a cualquier precio
se vuelve verdaderamente risible.